Tras no haber podido participar en las dos ediciones anteriores por problemas de agenda, este año marqué en rojo el día 14 de mayo la fecha en la que se celebraba la III Vuelta a la Jarosa de Guadarrama, y es que correr en casa, por los caminos que he machacado durante toda mi vida me hacía una ilusión muy especial.

Por desgracia, durante las dos últimas semanas me ha sido imposible hacer ningún entrenamiento de carrera a pie, debido a un pequeño golpe que me di en la rodilla durante el último relevo de las 24Doce. Al principio no le di importancia, aunque la rodilla se puso, primero negra, después morada y después verde, pero desde entonces, en cuanto empezaba el más mínimo trote, un agudo dolor debajo de la rótula me obligaba a parar.
Según se acercaba la fecha iba asumiendo que tendría que dejar pasar la ocasión para otro año, ya que ni el reposo ni el hielo parecían ser eficientes. Sin embargo, tanto el día de antes, como el mismo día de la prueba, el dolor parecía remitir, y aunque no llegue a probar si realmente molestaba al correr, decidí presentarme y al menos tomar la salida, si después había que retirase ya se vería....

Como si de una maldición particular se tratara, horas antes de la carrera mis amigas las nubes negras, tomaron posiciones, y empezaron a descargar agua como si no hubiera un mañana. Así que allí estaba yo, a la hora de la salida, sin haber corrido en 20 días, con la rodilla cogida con alfileres, y bajo el diluvio universal, pero con mis mejores galas, el dorsal puesto y sobre todo muchas ganas de disfrutar de la carrera.

Los últimos serán los primeros

Con el retraso justo para acabar de empaparnos, nos dieron la salida, los dos primeros kilómetros eran favorables, y aunque había algo de aglomeración de participantes en los caminos, se podía ir con un ritmo alegre. Como me esperaba, el dolor apareció, era bastante agudo, y antes de llegar al km2 estuve muy tentado de abandonar; sin embargo, una vez sobrepasado cierto umbral de dolor, creí notar que la rodilla se iba calentado, y el dolor era más asumible, así que ya solo tenía que preocuparme de los charcos, los ríos... y las cuestas!!! Que divertidas las cuestas... ¿verdad?, pues no, no siempre... De las 1000 ó 2000 veces que habré pasado por las cuestas que nos tocó subir, el 100% de ellas fue con una MTB que se adaptaba al terreno como un guante, pero subirlas corriendo, pues como que era menos divertido... Y es que cuando afrontas rampas de hasta el 21% de desnivel y un total de casi 5km continuos de subida, en los que apenas hay metros de llano para oxigenar, hay poco lugar a la diversión. Aún así, fui capaz de afrontar las subidas con fuerza, a un paso constante y con las piernas doloridas, pero sin caminar ni llegar al límite de mis fuerzas.
En este proceso, cuando nos quisimos dar cuenta de que ya no llovía, empezamos la que yo pensaba que sería la parte más favorable, los 5km de bajada. De nuevo, la realidad se empeñaba en llevarme la contraria, y es que si en alguna parte de la carrera sufrí, fue en esta, no era capaz de mantener un ritmo, los tobillos me dolían en cada pisada y en las zonas con mayor porcentaje notaba incluso como la cadera se quería salir de su sitio... y lo más divertido y desmoralizante, era que no paraban de adelantarme corredores por todos los flancos.
Por suerte para mi, el correr en casa me daba la ventaja de saber palmo a palmo que era lo que me quedaba por recorrer, de esta forma me fue más fácil mentalizarme y llegar al ultimo kilómetro y medio de "llano", ya solo quedaba apretar los dientes, pisar 4 charcos más y acabar de reventar las piernas con el repecho final:

La prueba estaba acabada acorde con el objetivo planteado, bajando de 1hora en los 10,3km totales, con un tiempo final de 56min 14seg, puesto 237º

Último repecho
Creo que teniendo condiciones para una mejor preparación, puedo hacer un mejor tiempo, por lo que espero volver a presentarme el año que viene para demostrarlo. En cualquier caso, estoy muy contento con el resultado y la experiencia, aunque mis piernas no opinen lo mismo... 

*Fotos cortesía de de Aurora Mendoza