Desde que tengo uso de razón, en mis recuerdos aparece siempre una bicicleta. Las sensaciones de felicidad y libertad absoluta sobre las dos ruedas, han marcado sin duda mi forma de entender no solo la vida, sino la realidad que me rodea. Recuerdo con el mismo cariño y nostalgia todas y cada una de las bicicletas que he tenido en mi poder, desde las más básicas con ruedines para no caerme, hasta las de última generación que me acompañan hoy en día.

Aun recuerdo con emoción como imaginaba que mi padre era un héroe cada vez que le veía con su vestimenta ciclista, maillot y culotte a juego, y como me sentía la persona más importante del mundo, cuando me subía con él en la bici para recorrer unos metros antes de su salida diaria.

Eran tiempos en los que soñaba con los superhombres que veía competir en el Tour, la Vuelta, el Giro, mi imaginación volaba hasta situarse junto a ellos en mil y una aventuras sobre los pedales, tanto solo como en compañía de mis mejores amigos.

Fueron tiempos en los que aprendí no solo a soñar y a disfrutar de la bicicleta y del ciclismo. Aprendí tambien lo que significa el esfuerzo, el sacrificio. Aprendí que si un día no era capaz de subir una cuesta, tendría que seguir intentándolo y esforzarme más fuerte la proxima vez, y que cuanto más lo intentara, no solo tendría mas posibilidades de conseguirlo, sino que disfrutaría también más con el proceso.

Cuando fui creciendo, a medida que mi visión y conocimientos sobre el mundo se ampliaban, comprendí, no sin cierta tristeza, que no solo valía con con el esfuerzo y el sacrificio para llegar a las metas que veía en las carreras, que había una cosa llamada genética, la cual tenía mucho que decir en esto. Tambien fui comprendiendo que no hay superheroes, tampoco encima de las bicis, y que los profesionales que se ganan su vida dando pedales son personas, seres humanos, y como cualquier ser humano tienen sus aciertos y errores.

En este tiempo, gracias a la bici y al ciclismo he sido capaz de ir superando mis limites, no solo fisicos, sino mentales, psicológicos y de cualquier otra índole que se me hayan podido plantear. Hoy me siento capaz de enfrentarme a una prueba tan dura como un Medio IronMan por que hace muchos años aprendí a dar pelades, primero con, después sin ruedines, por que después de muchos intentos, conseguí llegar a la cima de  "La Jarosa" sin pararme, y por que siempre que he subido a la bici he sentido como ella me "ayudaba" a llegar donde yo quería.

En estos tiempos turbios para el ciclismo profesional, me vienen aun más a la memoria estas imágenes, me entristece que la gente piense cosas como "El cislimo es mentira", no tanto por la parte de razón que puedan tener, sino por la parte del ciclismo que ellos no conocen, y nunca podrán conocer, esa parte que he intentado describir, como parte integrante de mi ser.

"El ciclismo ha muerto" he llegado incluso a leer, no puedo estar más en desacuerdo. El ciclismo no puede morir, da igual quien intente matarlo y cuanta gente desde dentro meta la pata. El cislimo está allí donde hay un niño aprendiendo a dar pedales, allí donde hay una carretera o un camino por explorar. El ciclismo está en las sensaciones que a cada uno le provoca el pedaleo.
El ciclismo no es un positivo o una victoria en Tour, al menos no solo, el ciclismo es una cerveza compartida con tus amigos despues de una ruta. Es la primera vez que consigues aguantar un puerto, es un abuelo comprándole su primera bicicleta al nieto.

El ciclismo soy yo, y todos los que habéis leido este post y os habéis visto reflejados, por todo esto, lo tengo muy claro: El Ciclismo es inmortal.