Después de cumplir con éxito el objetivo principal del año, y libre ya de planificaciones y calendarios estrictos de entrenamiento, lo cierto es que me estaba costando coger la rutina más de la cuenta. Tras la primera semana post-Calella, en la que me dediqué casi por completo al SPA y a quitarme el gusanillo con la bici de montaña que tantas ganas tenía de coger, han seguido después otro par de semanas en las que algún desafortunado percance, sumado al tiempo necesario para retomar otros preyectos extra-deportivos que se estaban quedando atrasados, han resultado en pocas horas de bici y menos aun de carrera a pie, con la consiguiente bajada de forma que tanto nos llega a obsesionar...

Finalmente, libre de la tiranía del pulsómetro y acompañado solo del mero placer de ver pasar los kilómetros entre las ruedas de la bicicleta, han sido estos últimos 10 días en los que he encontrado los momentos y la motivación necesarios para volver a dedicarle al entrenamiento el tiempo apropiado para seguir disfrutando. Empezando por ejemplo este fin de semana en las 24Doce de Moralzarzal, prueba que afrontaremos con los compañeros del club, por tercer año consecutivo, deseando que a la terecera vaya la vencida y que esta vez si, podamos disfrutar de 24 horas de puro MTB sin intromision de lluvias torrenciales ni eventos similares, que puede que le aporten épica al asunto si, pero bueno, por un año con algo menos de épica no nos vamos a quejar...

Próximamente, la crónica de la aventura, stay tuned!