Empezamos la primera carrera del año de la misma forma que acabamos la anterior, cansados a más no poder y con la lluvia y el frío amenizando el evento, por si acaso a alguien se le ocurre decir que con sol resulta demasiado fácil.

Cumpliendo con lo planeado, este domingo tocaba correr la segunda edición del Trail del Serrucho en Alalpardo, 23 kilómetros rompe piernas y completamente embarrados, que le dan un formato más de Cross que de Trail propiamente dicho, sin que esto desmerezca en absoluto el atractivo de la prueba.

A pesar de que con Kilian los preparativos previos son algo distinto, y el tiempo es necesario medirlo de una manera distinta, llegamos con tiempo suficiente a recoger dorsales, cambio de ropa y comprobar in situ que no había milagro de última hora, allí también llovía.

Sin muchas ganas de calentar, y tras un café rápido, nos dirigimos al punto de salida, con el tiempo justo de dar unos pocos saltos, saludar a dos buenos amigos tuiteros como son Miguel y Juan, y llevarme al primer cabreo del día, al no conseguir que el GPS se ponga a funcionar, toca tirar de cronómetro.

Salida
A diferencia del año pasado, salgo muy tranquilo, con la intención de llevar un ritmo llevadero la primera mitad, e ir aumentando progresivamente en la parte final. Nada más abandonar el asfalto, comprobamos lo que nos va a acompañar durante los próximos 22 km, un enorme barrizal en el que especialmente en las bajadas ya era todo un mérito mantener el equilibrio.

De esta forma, sin ponerme mucha presión por el ritmo y conocedor del recorrido, voy pasando tranquilamente los kilómetros, comprobando además que la lluvia caía ya casi de forma testimonial. Poco antes de llegar al ya famoso avituallamiento solido del km 10 doy alcance a Mayayo, probablemente una de las personas que más saben de Trailrunning en este país, tras intercambiar unos breves saludos, seguimos cada uno a nuestro ritmo y llegamos al avituallamiento donde este año, además de las consabidas viandas, jamón, lomo, queso... también podíamos encontrar chocolate con churros, y hasta unas deliciosas trufas. Sin duda, una carrera y una organización diferentes.

Tras una breve parada, continuábamos por la parte más anodina del recorrido, casi 3 km de continuo falso llano, donde el año pasado pase mi peor crisis. Mejor de ritmo y sensaciones en esta ocasión, voy poco a poco recuperando posiciones al tiempo que las riadas de agua que bajan por el camino van limpiando el barro de las zapatillas, no todo iba a ser malo de correr con agua.

Aproximadamente en el km 15 llegamos al bucle que nos devuelve a la parte inicial del recorrido para emprender el camino a la meta. Última subida fuerte, en la que noto una fuerte molestia en el psoas (probablemente por no haber calentado con propiedad), pequeño resbalón en una curva, sin mayores consecuencias que las manos llenas de barro, y al llegar al km 18 intento seguir con el plan y subir el ritmo a lo que pueda mantener.

Aunque es difícil llevar un ritmo alto por el estado del terreno y la gran fatiga ya acumulada, voy consiguiendo al menos controlar el tiempo y seguir recuperando posiciones, lo cual no deja de ser una buena noticia.

Finalmente llegamos de vuelta al asfalto, último esfuerzo, curva de entrada a meta, saludo a la estoica familia que no para de animar, y meta, contento con Tiempo sensaciones, aunque probablemente mis piernas no tanto.

Llegada
Finiquitada ya la primera del año, toca pensar en la siguiente, Tragamillas, allá vamos.

*Fotos cortesía de: Aurora Mendoza