Este domingo Llegaba el primer objetivo de la temporada, La Tragamillas, media maratón de Collado Villalba, la intención era doble: intentar bajar de 1:40 consiguiendo de esta forma MMP en la distancia.

La preparación con la que llegaba no era la idónea y el hecho de haber dormido apenas 4 horas la noche anterior tampoco fue un buen presagio. La mañana amaneció lluviosa y con viento, aunque con una temperatura aceptable para correr. Nada más llegar ya me fui encontrando con las primeras caras conocidas, saludos, chascarrillos e intercambios de sensaciones te ayudaban a ir pasando los nervios de los momentos previos a la carrera.

Mientras ultimo el calentamiento previo me encuentro con mi primo Álvaro, que después de nuestra intentona fallida el año pasado en le media de Madrid, se había animado a acompañarme este año también y me confirmaba que se ceñía a mi plan, iría a mi ritmo al menos hasta mitad de carrera, y después según sus fuerzas intentaría apretar.

Con el crack de la familia
Ya casi sin lluvia nos dan la salida puntualmente, y para mi sorpresa los globos – liebre que marcan los ritmos de carrera salen todos juntos desde la primera línea, con lo cual, al salir desde bastante más atrás, tienes que pegarte un buen calentón si quieres llegar a la altura de tu referencia. Salimos los dos juntos intentando contener el ritmo, rodando cómodamente mientras vamos hablando sin muchos problemas, y de esta forma vamos pasando los primeros kilómetros, sorteando los primeros charcos y zonas embarradas.

Aproximadamente a la altura del kilómetro 6 damos caza al globo de 1h40m e instintivamente bajamos un poco el ritmo para mantenernos a su altura, queda aún bastante carrera, y aunque las sensaciones son buenas, de momento nos conformamos con seguir dentro del objetivo marcado. Mientras nos mantenemos en este grupo llegamos a kilómetro 10 el cual pasamos en un tiempo de 46’28”, bastante rápido para lo que nos quedaba, demasiado rápido quizá…

Al poco de empezar una zona de toboganes entramos en la zona de el Coto de las Suertes, menos embarrada de lo que cabía esperar, pero también con bastantes sube – bajas y cambios de dirección. Aquí empiezo a notar las piernas algo duras y a sentir las primeras dudas, esto parece que no va bien. Salimos del coto y nos dirigimos a la parte más dura del recorrido, aprovecho para tomarme un gel junto con algo de agua. Pasamos por delante de dos bandas de rock que nos suben un poco la moral, y antes de darnos cuenta llegamos al kilómetro 14. Ya me había avisado Lucas, y ahora entendía por qué. Empezábamos casi 3 km de subida constantes y casi desde el inicio veía como el globo de 1h40min se iba alejando poco a poco…

Enseguida me doy cuenta que el sub1.40 es casi imposible y decido entrar en modo supervivencia, zancadas cortas y pensar solo en dar un paso después de otro. Poco a poco vamos coronando repechos, pero veo que ni aun bajando el ritmo la cosa mejora, las piernas están como palos y cuesta un mundo llevar una respiración acompasada. Al llegar al 17, donde se supone que empezaba de nuevo la parte favorable hasta meta, salen de mi boca las temidas palabras “No puedo Álvaro” las piernas no van, me encuentro totalmente vacío, veo incluso imposible poder llegar así a meta.

Por suerte Álvaro no ha parado de animarme en toda la carrera y enseguida se vuelca en darme todos los ánimos que puede, me va marcando el ritmo y poco a poco logramos encontrar un paso que creo ser capaz de mantener hasta meta. Volvemos a la zona embarrada y se me va bajando la moral a los pies a medida que nos van adelantando corredores como flechas por ambos lados. A duras penas consigo llegar a la pista de atletismo y dar la última vuelta para completar los 21.097 metros, entrada de la mano de Álvaro a modo de agradecimiento y tiempo final de 1h42min15seg MMP por algo más de seis minutos, aunque algo lejos del deseado sub 1h40min.

Si no me lleva de la mano, no llego
Carrera sufrida y muy mal planteada, sobre todo porque con tanto pensar en ritmos y demás se me olvidó acordarme de disfrutar y vivir más la carrera, punto a mejorar para la próxima. Por suerte las malas sensaciones se borran tan rápido como lo que tardas en reencontrarte con los amigos en la meta y empiezas de nuevo a compartir batallitas.

Estas fueron las que se tragaron las millas
Y hasta aquí el primer bloque “atlético” de la temporada, como decía en la última entrada, toca empezar a dedicarle más tiempo y kilómetros a la bici, y para no poder poner de excusa la falta de motivación, este año me he apuntado a la Maratón de los Monegros (distancia corta) la cual si todo va bien disfrutaré con mi hermano Alberto, que desde los Lagos 2010, ya iba siendo hora de volver a coincidir.

Seguimos.