Inauguro mis entradas especiales del aniversario del blog con la crónica de mi primera gran marcha, La Perico 2004.
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Era mi gran reto allá por 2004, terminar con éxito mi primera gran marcha cicloturista, La Perico Delgado, 167 kilómetros recorriendo 4 puertos por la sierra de Guadarrama, mi sierra. 

El año anterior había corrido mi primera marcha "menor" en el Festibike de San Lorenzo del Escorial, con 110  kilómetros y ascensión al puerto de Abantos como única dificultad montañosa relevante. Acabé muy bien, dentro del primer centenar de participantes de un total de 300 si no recuerdo mal, y sintiéndome con muy buenas piernas y ganas de más. Ahí surgiría el desafío, en 2004 tocaba ir a por más, tocaba ir a por La Perico.


Con bastantes horas de entrenamiento invertidas, mi Orbea replica Maia con sus desarrollos de profesional y con bastante confianza en mi estado de forma, me presenté el 29 de agosto en el acueducto de Segovia a las 8 de la mañana para tomar la salida junto al resto de 1500 participantes. 
Conocía todas las partes del recorrido por separado, aunque iba a ser el primer día que lo realizaría de forma íntegra, nunca había recorrido mas de 120 kilómetros sobre la bicicleta, iluso de mi...


Como se ve en el perfil, la primera parte del recorrido consta de una serie de toboganes que se van recorriendo bastante rápido a medida que se va formando los grandes pelotones según el distinto nivel de cada uno. En el kilometro 30 llega la primera dificultad montañosa de día, el puerto de Navafría; un puerto sin grandes porcentajes que pasa más o menos rápido mientras el sol empieza a calentar e intento concentrarme en comer y beber para que no llegue la temida pájara. 

Coronado el puerto, comenzamos el descenso hacia la vertiente madrileña de la sierra para enfrentarnos al segundo puerto del día, el puerto de Canencia. Entusiasmado por el día y las sensaciones, me encuentro en el falso llano que marca el inicio del puerto, tirando de un grupo de unos 20 ciclistas que a duras penas pueden mantenerse a rueda, subidón de adrenalina. Salvo los 3 últimos kilómetros, el puerto es bastante sencillo y puedo seguir manteniendo un ritmo alto; las sensaciones son tan buenas que ni me molesto en pararme en el avituallamiento de la cima, había demasiada gente y llevo encima comida de sobra, iluso de mi...


Tras otro rápido descenso llegamos a Miraflores, donde comenzamos enseguida la ascensión al puerto más duro de la jornada, la Morcuera. A estas alturas el calor ya era considerable y las caras de agotamiento empezaban a ser mayoría. Aquí empiezo a notar ya las piernas algo pesadas y se va haciendo más difícil mantener la agilidad en el pedaleo. Las rampas de 13% hacen mella de verdad, me pongo de pie, muevo la bicicleta e intento que mi velocidad no disminuya demasiado; poco a poco me van adelantando corredores sin que pueda hacer mucho por aguantarles la rueda. Con más dificultades de lo esperado alcanzo la cima, ahora si que me paro en el avituallamiento, como, bebo, hablo con mi padre que ha estado siguiéndome estoicamente todo el día con el coche. Con 90 kilómetros recorridos y aun 60 por delante, las primeras sombras de duda empiezan a aparecer.



Intento animarme pensando que "solo" me queda un puerto por subir, el puerto de Cotos. Hasta la fecha nunca se me había dado demasiado bien, y esta vez tampoco iba a ser una excepción. Aunque sin rampas excesivamente duras, es un puerto largo que te va minando la moral pedalada a pedalada, los kilómetros parece que empiezan a restar en el cuentakilómetros en lugar de sumar; me empiezo a acordar de todas esas fuerzas malgastadas en los primeros tramos, intento en vano buscar piñones más grandes, miro constantemente a la rueda esperando que esté pinchada, o que algún gracioso me haya puesto un lastre, pero no hay nada; no hay mas piñones, no hay nada en la rueda y no hay ni un gramo de fuerza en las piernas. Llegan mi cuñado Tinin y mi amigo Josean en coche a darme ánimos, me hacen un par de fotos y me sacan una sonrisa, les pido que por favor me peguen fuerte si alguna vez se me vuelve a ocurrir hacer algo así, iluso de mi....


Sin saber muy bien como, llego a la cima; la sensación de vacío ya es absoluto, continúo dando pedales únicamente por inercia, incapaz de coger la rueda a ninguno de los numerosos ciclistas que me van adelantando por ambos lados. Consigo llegar a Navacerrada y la expectativa de un descenso que me conozco como la palma de mi mano consigue subirme un poco el ánimo. Me divierto bajando y me emociono pensando en lo cercano de la meta, cansado como nunca pero con la adrenalina de nuevo a rebosar, llego a La Granja para enfilar los ultimo 10 kilómetros de falso llano.

Como por arte de magia las piernas se recuperan, tengo fuerzas de nuevo, cargo el plato grande y empiezo a rodar como un poseso en dirección a Segovia, adelantando corredores sueltos al principio y grupos enteros después. Hoy es el día que peor lo he pasado sobre una bicicleta, tengo ganas de llegar a la meta, pero a la vez no quiero que se acabe, hoy ha sido sin duda el día que mejor me lo he pasado sobre la bicicleta.

Llego a la ultima rotonda, enfilo la ultima recta, suelto las manos del manillar para intentar agarrar el momento. nadie me avisa de que había que esprintar por la posición 560!! Cruzo la meta 5h 35min 53seg de ciclismo, sufrimiento y disfrute.


Me siento en un bordillo, me prometo a mi mismo que nunca volveré a hacer algo así... iluso de mi, esto simplemente acababa de empezar.