No me apetecía correr la verdad. Toda la semana constipado, con bastantes preocupaciones personales y el día gris y lluvioso que nos regaló el sábado la verdad que no ayudaban mucho. No obstante, la carrera era como quien dice a la puerta de casa, el circuito es muy bonito y le habíamos prometido a Kilian que después de que corriera papá habría peli y palomitas. Tenia que cumplir con mi parte. 


Aurora me dejaba en Greystones con el tiempo justo para calentar mientras me acercaba a la salida, en el extremo sur de la playa, lo que significaba que el primer kilómetro sería íntegro por la misma, mala cosa... Tomamos la salida y empezamos a luchar para mantener el equilibrio en la arena mientras el pulso va subiendo más de la cuenta.

Acabado el farragoso tramo de playa afrontamos dos kilómetros más o menos favorables por el puerto hasta que enfilamos en sendero de los acantilados. La carrera se estira enseguida y se corre muy cómodo, sin aglomeraciones ni encontronazos a pesar de lo estrecho del recorrido. A pesar de tenerlo tan cerca de casa, únicamente había reconocido el recorrido una vez, y con la memoria espacial igual de estropeada que la otra, decido ir conservador a pesar de llevar buenas sensaciones de piernas; la constante cuesta arriba y el cada vez más notable dolor de pecho así lo aconsejan.

Sorprendentemente deja de llover y hasta la ropa de abrigo empieza a sobar; sin apartar demasiado la vista del pedregoso camino, disfruto de las vistas del acantilado y la costa de Dublin delante nuestra. A  la altura del kilómetro 5 llegamos al avituallamiento, justo en el temido tramo de escalera, subimos y bajamos con extremo cuidado y enseguida se nota el cambio, ya se ve Bray en el horizonte, la pendiente empieza a ser positiva y ya no cuesta tanto trabajo lanzar la zancada; me animo y empiezo  subir el ritmo, a ver lo que aguanto.


Poco a poco el sendero se va ensanchando, cada vez hay menos charcos y más asfalto, llegamos a la última cuesta abajo que nos lleva hasta el paseo de playa de Bray; justo en la entrada nos desvían de nuevo hacia la playa, bajonazo. Otro kilómetro corriendo entre arena y piedras, otra vez el pulso por las nubes, las piernas como palos y boqueando como un pez fuera del agua.

Por fin salimos de la playa, llueve otra vez, ultimo kilómetro por el paseo con el viento de cara hasta meta. Sin fuerzas para subir el ritmo, me contento con no bajarlo. Meta, 48min40seg, que cansado es esto, jodé.

Recojo plátano, agua y camiseta de regalo, busco el coche con mis fans y lo encuentro justo en el momento en el que Kilian se despierta de la siesta, ¿vamos a ver la peli? Acabado el trámite, llegaba el momento interesante del día. Que gustazo el sofá y las palomitas de finisher!