Este año me apetecía montármelo por mi cuenta, mi propia mini-marcha ciclo turista, nada del otro mundo para empezar, 120 kilómetros desde Bray a Wexford por la costa. Madrugar el domingo, y llegar justo para comer con la familia y disfrutar del resto del día.
Con libertad total de calendario y mi ojo clínico, elegí el que a la postre fue el peor día en lo que va de verano aquí en Irlanda: viento, lluvia, bajas temperaturas… el lote completo vaya. Pero tampoco era plan de echarse atrás, total nada me aseguraba que el domingo siguiente la cosa fuera a estar mejor.
Salir de casa con la fresca y sin lluvia todavía fue un buen comienzo, aunque el viento (desde el sur por supuesto) ya empezaba a dar pistas de lo que sería el día. Lukasz me dio la grata sorpresa de ofrecerse a hacer conmigo la primera parte del recorrido lo cual fue una suerte, no solo por la conversación, sino también por las fuerzas salvadas por poder ir unos kilómetros a rueda.
Se hizo corta esta primera parte, apenas 40km y ya estaba de nuevo solo contra los elementos justo en el momento en el empezaba a llover. Nada grave, el típico calabobos, lo suficiente para acabar empapado hasta la badana. Aun sin conocer las carreteras de antemano tenía claro que cumplirían con el modelo típico que te encuentras aquí en Irlanda: ni un metro llano, o pica para arriba o pica para abajo; ni un tramo en el que mantener un ritmo y dejar que la bici ruede, el ejemplo perfecto y constante de recorrido ‘pestoso’.
Aunque el plan inicial de Mi Marcha era parar en algún indeterminado a mitad de camino para (re)desayunar tranquilamente, la falta de sitios adecuados a la vista en los pueblos por los que iba pasando, y las ganas de llegar al destino y tomar algo calentito sin la necesidad de volver a pelear con el viento después acabaron por convencerme de no hacer paradas innecesarias.
Sin mucho más que contar aparte de un par de barritas energéticas, algún dolor en las piernas más de lo esperado y la pequeña gran tragedia de perder el naricero de las gafas, el día se hizo algo más corto de lo esperado, ayudado también por el pequeño cambio de última hora de evitar la carretera de la costa, conseguí llegar a Wexford donde me esperaba el prometido café caliente ya la tarde en familia, pasada por agua.
La intención es repetir este tipo de “marchas” tanto como pueda en el futuro, idealmente aumentando distancia y las cosas que ver. Por aquí queda dicho, veremos lo que al final se puede hacer realidad.
Ale, todos corriendo a hacer vuestra marcha!
Con libertad total de calendario y mi ojo clínico, elegí el que a la postre fue el peor día en lo que va de verano aquí en Irlanda: viento, lluvia, bajas temperaturas… el lote completo vaya. Pero tampoco era plan de echarse atrás, total nada me aseguraba que el domingo siguiente la cosa fuera a estar mejor.
Salir de casa con la fresca y sin lluvia todavía fue un buen comienzo, aunque el viento (desde el sur por supuesto) ya empezaba a dar pistas de lo que sería el día. Lukasz me dio la grata sorpresa de ofrecerse a hacer conmigo la primera parte del recorrido lo cual fue una suerte, no solo por la conversación, sino también por las fuerzas salvadas por poder ir unos kilómetros a rueda.
Se hizo corta esta primera parte, apenas 40km y ya estaba de nuevo solo contra los elementos justo en el momento en el empezaba a llover. Nada grave, el típico calabobos, lo suficiente para acabar empapado hasta la badana. Aun sin conocer las carreteras de antemano tenía claro que cumplirían con el modelo típico que te encuentras aquí en Irlanda: ni un metro llano, o pica para arriba o pica para abajo; ni un tramo en el que mantener un ritmo y dejar que la bici ruede, el ejemplo perfecto y constante de recorrido ‘pestoso’.
Aunque el plan inicial de Mi Marcha era parar en algún indeterminado a mitad de camino para (re)desayunar tranquilamente, la falta de sitios adecuados a la vista en los pueblos por los que iba pasando, y las ganas de llegar al destino y tomar algo calentito sin la necesidad de volver a pelear con el viento después acabaron por convencerme de no hacer paradas innecesarias.
Sin mucho más que contar aparte de un par de barritas energéticas, algún dolor en las piernas más de lo esperado y la pequeña gran tragedia de perder el naricero de las gafas, el día se hizo algo más corto de lo esperado, ayudado también por el pequeño cambio de última hora de evitar la carretera de la costa, conseguí llegar a Wexford donde me esperaba el prometido café caliente ya la tarde en familia, pasada por agua.
La intención es repetir este tipo de “marchas” tanto como pueda en el futuro, idealmente aumentando distancia y las cosas que ver. Por aquí queda dicho, veremos lo que al final se puede hacer realidad.
Ale, todos corriendo a hacer vuestra marcha!
Habra que hacer alguma por wicklow mountains¡¡¡
ResponderEliminarEsas me las conozco al dedillo, así que cuando quieras!!
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